Imagen de una de las obras de la muestra K-cars en la que se ve una furgoneta japonesa de formas cuadradas rectilineas

K-cars

En esta exposición la arquitecta asturiana Cristina Valle da una nueva vuelta de tuerca al debate sobre la forma y la función, pero desde un prisma un poco diferente al habitual.

Viviendo un par de años en Japón advirtió que en dicho país existen un tipo de vehículos bastante peculiares denominados keijidōsha o kei car (coches cubo), vehículos concebidos para ser pequeños y económicos, y que presentan una peculiaridad de forma.

Así que la artista aprovecha el ejemplo de los K-cars para deliberar sobre si debería priorizarse la forma sobre la función o viceversa.

El cerebro humano es capaz de relacionar la forma con la función, así, cuando vemos una tetera, por ejemplo, independientemente del modelo o estética particulares, identificamos su forma y así reconocemos lo que es.

La forma de los objetos suele estar diseñada para optimizar su función y, a lo largo del tiempo esa forma es aceptada como universal y las variaciones en su diseño siguen siendo aún reconocibles.

Sin embargo, ¿qué sucede cuando un objeto se presenta con una forma radicalmente diferente?, ¿nuestro cerebro continua sabiendo qué es a primera vista? ¿Cómo reconocemos las formas?

En esta linea conceptual fluyen la mayoría de los trabajos artísticos de Cristina Valle, y, en este caso, el protagonista de la diatriba es, cuanto menos, peculiar.