
120 battements par minute
Cine social, pero, construido no como ofensa sino como celebración.
Se cuenta el movimiento de los activistas que a principios de los años 90 lucharon por hacer visible el sida. Y la estrategia es recorrer el trayecto que va desde el fragor del movimiento puramente político a un calor mucho más íntimo y cercano.
La cámara se acerca buscando la certeza, así es que el espectador es invitado a compartir con los personajes la ira, la fiebre y hasta el sudor. Todo en el límite exacto de la piel.